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11/8/08

Volveremos



Las vacaciones estivales nos apartarán temporalmente de nuestra tarea de encontrar a nuevos compañeros pero seguiremos tan pronto se produzca al regreso, quien sabe, quizás al regreso encontremos nuevos contactos gracias al ocio. Que lo paséis pipa y nos lo contéis luego.

Scila/

2/8/08

Bienvenido a bordo

Es para todos nosotros motivo de alegría reencontrar a un nuevo compañero de La Sabinosa. Cada nueva incorporación viene a reafirmar nuestros recuerdos, tan difíciles de aceptar por quienes no pasaron por aquel "preventorio", tan difíciles de hacer creer a nuestras propias familias que ignoraban donde nos enviaban. 
Bienvenido al club Armando, nos sería de gran utilidad que pudieses encontrar al menos una fotografía con tus compañeros de expedición, o de pabellón, saber el nombre de la cuidadora que te tocó en suerte, nombres de compañeros..., etc. Bienvenido.
Scila/

Un nuevo compañero

Estimados amigos de La Sabinosa:
Quisiera agradecer de corazón a las personas que han tenido la iniciativa de hacer volver con comentarios e imágenes, tantos recuerdos de tantos niños, porque viendo esto siempre seremos los niños de los tiempos difíciles de la posguerra.
Una amiga de mi madre, convenció a la mía de llevarme con su hijo de Colonias a Tarragona. Recuerdo los preparativos de vacunas, etc. En la calle Bailén de Madrid y en Plaza de España, que creo era el centro donde estaba el Patronato Antituberculoso que concentraba las expediciones. (con su logotipo de la cruz con dos barras horizontales).

Mis experiencias, grabadas para toda mi vida empiezan con el viaje y despedida de familiares en Atocha, el uniforme beige exclusivo de viaje, pues nada más llegar nos lo cambiaron por otro con parches zurcidos, y la bolsita de comida para el tren. Al llegar, formación en el patio principal para comprobación de que estábamos todos.
Una fila de niños renegridos y con la cabeza rapada a trasquilones, en fila de a dos, y nos dan la bienvenida con unos gritos ininteligibles, (luego supimos lo de “tres días pá la vía y lo de: “los más vete d’lpreve”, porque acabaríamos como ellos, desquiciados del todo, pensando cómo escapar de allí y regresar con nuestras familias.
Cuando cuento esto a mis hijas, mi mujer, hermanos y demás familia, no se lo creen. Por enumerar algo, ahí va una lista de incongruencias, malignas y despiadadas para con los niños:

-Sólo nos daban dos dedos de agua en la comida. (y bastante salada).
-La comida se componía de una sémola salada en forma de puré y de un empedrado de judías, patatas y arroz. (incomestible para los críos).
-Había cerca del comedor un campo de fútbol precioso que sólo era de adorno, (jamás lo pisamos).
-Teníamos que caminar cogidos de la mano y en fila de a dos obligatoriamente.
-Pasábamos la mayoría del día sentados, lanzando piedras y recogiéndolas con la mano. (terminamos siendo unos maestros en este arte).
-Nos hacían levantarnos, a golpe de silbato de hierro en la cabeza, para hacer pis en la madrugada, (un despertar de pánico para un niño).
-Todos los días se rezaba el rosario, pero nada de juegos infantiles, ni clases de nada, ni nada de nada. Sentados todo el día matando moscas, o hilando caracolitas para llevar un collar a nuestra madre.
-Las cartas enviadas y recibidas eran leídas por las brujas de las señoritas.
En una ocasión, un niño que ponía a sus padres, que le habían roto los tebeos, se la hicieron rehacer omitiéndolo. Luego, esos trocitos de tebeos, es lo que nos daban para ir al servicio, de dos en dos y un minuto por pareja de niños. Cualquier cosa que se recuerde, escapa a la razón.
Recuerdo un día, de los pocos que fuimos a la playa, estando jugando con otro niño en la orilla, el animal del Sr. Instructor, entendiendo que estábamos peleando, me cogió de la mano y adentrándome en el mar, me hizo tragar agua hasta decir basta. Vomité y me puse malo durante unos días.
Recuerdo los pabellones, la lavandería donde colgaba un hierro que hacían sonar cada mañana para despertarnos, y el tren, que pasaba al lado de mi pabellón y nos hacía soñar con la ansiada vía que nos devolvería a Madrid.
Me ha encantado ver las fotos que algunos compañeros han enviado con instantáneas de la “vida” en el Preventorio. Yo lo único que conservo es una carta que recibí de un hermano mayor. La dirección era:
La Sabinosa, Grupo 9º Tarragona, y la fecha de la carta: julio del 57. Yo tenía diez añitos.
Saludos: Armando

17/6/08

Jesús también estuvo allí

En mi primera expedición mi cuidadora se llamaba Victoria, en la segunda estuve con la señorita Teresa- dos hermanas llamadas "Culebra" de apellido-, la tercera vez fue con la señorita Rosario, de esa época es la fotografía, quizás la que mejor se portó conmigo dentro de la durísima disciplina. 
Del cura aprendí la letanía en latín para no estar sentado en el suelo todo lo que duraba el rosario. Lo rezábamos todas las tardes después de la siesta, recuerdo que había un grupo de chicos que llevaban el pantalón color azul por ser catalanes, creo. Nos castigaban a veces sin “paquete”, las golosinas que mandaban- a algunos- sus padres (caramelos, chocolate y alguna otra chuchería).
Yo y otros compañeros nos escapábamos a la hora de la siesta y nos colábamos por la ventana del cuarto donde se guardaba y donde dormía la señorita, para comérnoslo. A veces nos la jugábamos saliendo a beber agua en las fuentes del pabellón central, en los dormitorios la teníamos cortada y la de los grifos era salada. La segunda vez que fui intenté escaparme con otro chico pero esa noche cuando estábamos cerca de la vía del tren para ir hacia Tarragona, unos perros empezaron a ladrar y salimos corriendo de nuevo hacia el pabellón, nuestra huida quedó frustrada. Recuerdo las canciones que cantábamos cuando íbamos de paseo y nos encontrábamos con otros chicos mas novatos les decíamos: "vete puro nova, vete puro nova".
Me alegra poder volver a recordar aquellos años de una infancia que otros niños ojalá no tengan que pasar. "Perdonamos pero no olvidamos".


Un saludo. Jesús

Otro que estuvo en La Sabinosa


Foto: Izquierda Jesús, derecha Luís M.
 
Hola compañeros, me llamo Jesús, tengo 59 años y soy de Madrid. Estuve en tres ocasiones en el Preventorio Nacional Antituberculoso, que es como se llamaba. El trato que recibíamos- visto en la actualidad- sería para denunciarles por malos tratos, se salvarían muy pocos de los que participaron en nuestro cuidado.
La primera vez que fui tenía 8 años, nos llevaron desde Plaza de España en autocares a la estación de Atocha, cargados con una talega de tela con la ropa interior. Salimos en tren por la noche. Éramos en cada departamento el doble de las plazas disponibles, dormíamos en el suelo, incluso en cima de la puerta, en un hueco para maletas. En Zaragoza se hacía el cambio de máquina eléctrica por una de vapor, a la llegada nos trasladaron en autocares a la que sería nuestra casa, y nuestra primera mili, durante tres meses. Al llegar nos entregaban un uniforme que no era igual para todos:
Consistía en un pantalón corto color gris, camisa caqui, zapatillas de tela con suela de goma y cordones para atar en los tobillos, calzoncillos con botón y bañador con tirantes (de los años 20). Por las mañanas nos hacían lavarnos desnudos, a grifo abierto, con jabón lagarto y estropajo, después salíamos a desayunar. Luego, de paseo, siempre formados en dos filas. Para jugar siempre teníamos que estar sentados, no podíamos estar de pie. Cuando nos castigaban era siempre sentados, con la cabeza entre las piernas.
La comida era espantosa y sólo nos daban para beber un vaso de agua en la comida y otro en la cena. Dormíamos la siesta cada día y, quien tenia que ir al aseo, podía hacer sus necesidades pero sólo una vez al día, si ibas por la tarde no podías volver por la noche. Dormíamos mirando al fondo del dormitorio y quién se daba la vuelta, aunque fuese durmiendo, era castigado amén de recibir un tortazo o un golpe con la pala de madera por ¿mal comportamiento?
Alguna vez nos llevaban a la playa a bañarnos, recuerdo que dejábamos el baby sobre las rocas y, descalzos, bajábamos hasta la arena. Cuando llegaba el instructor- un hombre altísimo-, nos formaban y se metían primero las señoritas formando una barrera y luego, a toque de silbato, entrábamos nosotros hasta que el agua nos llegaba a la cintura. Nos dejaban aproximadamente diez minutos, luego otro toque de silbato y… fuera del agua.
Tras la siesta, todas las tardes teníamos que rezar el rosario. Algunos días escribíamos a nuestros padres, las cartas eran leídas por las cuidadoras antes de enviarlas y si ponías algo que no les gustase las rompían. Por mi corta edad me tocó llorar mucho, creo que aquellas personas que nos mal cuidaban, en estos tiempos serían catalogadas como maltratadoras, (éramos hijos de los perdedores) y además pobres. Hay para escribir un libro, no exagero.
¡Saludos para todos los que pasamos por allí!

10/6/08

Fútbol en Arturo Soria


Equipo de fútbol infantil por la zona Alto de los Leones, frente a los estudios CEA, en la intersección de Arturo Soria y la Carretera al Aeropuerto (Madrid). Me gustaría que si alguien de los que componían este equipo ve la fotografía se ponga en contacto conmigo a través de esta página. (José Mª).

5/6/08

Con retraso


Texto y foto remitidas por Joan, de Valencia, por un extraño error de la web no estaba visible a pesar de haber sido colgada en Octubre.
Recuerdo perfectamente la playa de la foto, donde nos llevaban a pasear de vez en cuando. La verdad es que no recuerdo mucho, o quizá solo recuerdo lo malo. Te cuento. Era el año 57 a finales de octubre, despues de la riada, yo tenia 9 años y me enviaron a la Sabinosa junto a dos de mis hermanos on la intención de evitarnos "el dia después"(barro, animales muertos, etc). El primer recuerdo: ducha colectiva con agua fria, todos en cueros y tiritando, eramos crios entre 6 y 16 años, corte de pelo a lo marcelino, dormitorio colectivo de 30 o 40 camas tipo nave industrial. Mi hermano pequeño (6 años) se meaba en la cama algunas veces, por lo que era reprendido severamente con gritos y cachetes. Mi hermano intentaba defenderlo, pero no teniamos mas remedio que callar y tragarnos la rabia que sentiamos hacia aquellas "cuidadoras". En especial recuerdo a una que era una mala bestia (fornida, grande, pelo recogido con topo. De la comida no recuerdo mucho. Supongo que como era una epoca de hambruna lo importante era llenar el buche. Los demas recuerdos son mas difusos: mandarnos a formar por la visita de algun capitoste, los partidos en el campo de futbol, los paseos por la playa...Al cabo de un mes aprox. vinieron nuestros padres avisitarnos y recuerdo vagamente que aquello no les gusto.No se si en ese mismo viaje nos sacaron de alli o fué a la semana siguiente. Adjunto foto del grupo que fuimos en ese turno, espero que alguien se identifique en ella.
Un saludo de Joan
.

4/6/08

Nueva foto (1966)


Foto cedida por José A. Obtenida en La Sabinosa en 1.966.

Muchas cosas habían cambia en diez años (1956-1966), sin embargo el aspecto que teníamos de niños mal vestidos, tercermundistas casi, mal alimentados y sufriendo la afrenta del dichoso mechón de pelo sobre la frente, cual indios de la tribu de los Iroqueses, eso no había cambiado.

Un nuevo compañero


Hola me llamo José A., tengo 50 años, y yo también estuve en la Sabinosa, en el año 1966. Estuve 6 meses y pasé las navidades allí.
Recuerdo que en la estación de Atocha (Madrid) había mucha gente y el tren tenia los asientos de madera. El viaje fue muy incómodo y largo. 

Una vez en el Preventorio nos llevaron al ropero y nos repartieron parte de la ropa, puesto que la ropa interior la llevábamos de casa, con nuestras iniciales.
Nos vacunaron, y esa fue una de las imágenes que me marcó más, nos vacunaban con una especie de pluma y nos hacían mucho daño. Había mucha disciplina aunque recuerdo que la señorita que teníamos asignada era muy cariñosa. 

Nos llevaban a la playa, a Tarragona, al campo de fútbol del Tarragona y a los toros, aunque a los toros yo no pude ir porque no había abrigo de mi talla. El café del desayuno era malísimo, todos los niños cuando escribíamos a nuestras familias les pedíamos que nos enviasen en un paquete cola-cao para mezclarlo con el café.
El comedor lo recuerdo con muchos niños y unos ventanales muy grandes por donde veíamos pasar los barcos. Mi estancia allí me pareció muy sombría. Los comentarios, en su mayoría, no son muy favorables. Los niños de la clase trabajadora hemos sufrido esos maltratos físicos y psíquicos hasta la llegada de la democracia.
Os envío un saludo y 2 fotos que conservo de aquel viaje.
José A./

2/6/08

Soy Pedro... (II)

Una vez en el Preventorio fuimos asignado en grupos de treinta, más o menos, a las distintas cuidadoras (malvadas solteronas, crueles y maltratadoras), a la mayoría ya las conocíamos del viaje desde Madrid.
Pasamos por el almacén donde nos entregaron el uniforme consistente en un pantalón gris con peto, camisa caquí de verano, jersey gris y la capa para días lluviosos o invernales. 

El uniforme era algo distinto según fuese invierno o verano. Una vez disfrazados parecíamos todos soldados en miniatura. Previamente pasamos por las asquerosas manos del “Cicuta”, un vejete famélico, sucio y maloliente que nos colocaba formando cola bajo la escalera pegados a la pared y, mientras nos rapaba la cabeza al cero- excepto el ridículo penacho sobre la frente- nos sobaba de forma más o menos evidente, arriesgándose a una denuncia de los chavales que, por ignorancia o e temor a no ser creídos, callábamos.
Otro paso obligado era la enfermería, la señorita enfermera (creo que se llamaba Toñi) nos aplicaba todas las vacunas habidas y por haber. De una de ellas, la que hacían con una plumilla tengo, como todos los demás, un par de cicatrices imborrables en el brazo.

29/5/08

Soy Pedro, y también estuve allí.

Hola, chicos del “Preven”, soy Pedro, yo también estuve allí. Ante todo gracias a Scila por darnos la oportunidad, al crear esta página, de expresar y difundir nuestros recuerdos sobre malos tratos físicos y las vejaciones por las que pasamos cuantos estuvimos allí y que, durante tantos años, hemos callado.
La existencia de esta página nos permitirá conocernos y dejar en ella los recuerdos de nuestro paso por aquel lugar- hermoso lugar- y al tiempo tan horroroso. Yo estuve en cuatro ocasiones y en dos de ellas me forzaron a repetir con el pretexto de no haber dado el aumento de peso necesario (si lo llego a saber habría engordado).
Nuestros padres nos mandaban allí, sin saber los pobres a dónde nos mandaban, pensarían que aquello era el paraíso: Sol, Mar, Playa y Montaña, algo que en aquella época ellos no podían darnos.
Tengo 59 años y comencé a ir al Preventorio con 6 años (1955). El infierno comenzaba en las pruebas que nos hacían en el Dispensario de la calle Andrés Mellado, en Madrid. Al poco tiempo nos llamaban y teníamos que presentarnos en la estación de Atocha, recuerdo con qué alegría nos despedíamos de padres y hermanos creyendo que íbamos al paraíso. 

Nada más subir al tren aparecían las señoritas, con togas blancas, batas azules y delantal blanco con peto y tirantes. Bordada llevaban una cruz de dos brazos en rojo (la cruz de Lorena o Caravaca). De entrada nos impedían asomarnos a despedirnos de la familia. Ya en marcha desaparecieron las sonrisas y los modos corteses. Comenzaron a sonar las primeras bofetadas, insultos, pitidos con los silbatos y las primeras vejaciones delante del resto de compañeros.
(continuará)

18/5/08

Encuentro





Por fin tuvo lugar el primer encuentro de ex sabinosos, alguno no pudo llegar pero al menos dos estuvieron en el aplec.
Scila y Juan A., en la Ciudad de las Ciencias. Valencia.

Van llegando






Tenemos un nuevo contacto, Pedro A., procedente de Madrid y que, según cree, estuvo en varias ocasiones en el Preventorio. 
Proximamente contaremos con sus recuerdos escritos y fotografías de su estancia en la Sabinosa, si localiza esas fotos de archivo que tanto nos agrada encontrar cincuenta años mas tarde. Confiamos que no sea el útimo, que poco a poco vayan apareciendo más ex sabinosos, fuimos miles.

22/4/08

La Singer

 

Nuestro compañero, Juan A., nos ha obsequiado con la imagen de otra de sus obras en hierro. En esta ocasión la escultura parte de un clásico de toda la vida, la máquina de coser Singer, habitual en la mayoría de las casas del siglo pasado, de las casas que se lo podían permitir. 
Su contemplación nos remite directamente a la infancia, a nuestras madres y abuelas pedaleando en la Singer. Juan logra con esta obra recuperar de nuestra historia reciente un objeto entrañable covirtiéndolo en arte. La nostalgia es inevitable.
Desconocemos el precio de la obra y si está en venta, pero si alguien está interesado podemos ponerle en contacto con el artista.



Scila/.

4/4/08

La nave rota

La misma escultura vista desde otro ángulo.

Nuestro compañero, Juan A., nos envia una fotografía de una de sus esculturas, la denominada "Proa", que representa la proa de una embarcación rota, partida por el naufragio. El material más usado en sus trabajos es el hierro, en muchos casos reciclado. Todo un artista.

Scila/

25/3/08

Nuevo testimonio

Es tremendo el testimonio aportado por Ricardo sobre su estancia y sus recuerdos de La Sabinosa. Sería interesante recibir el de sus hermanos, seguramente al ser mayores serán más ámplios y documentados.

Scila/